Radicada desde 1964 en París, la pintora y grabadora Irene Domínguez, estudia en las Universidades Católica y de Chile y a fines de la década del 50, obtiene una beca de perfeccionamiento en cerámica en Madrid. Más tarde viaja a París y allí conoce al maestro cubano Wifredo Lam, que comparte con ella las galerías de Europa. Exhibe su obra en diversos países de Europa.
El eje central de su obra es la figura humana, creando un mundo especial, en una atmósfera rica, de profunda ternura, fantasía y humor. En las pinturas, utiliza bordados y encajes aumentando el encanto de sus personajes.