Puedes ver ésta información en el siguiente Link:
http://www.elsur.cl/impresa/2018/01/25/full/cuerpo-principal/24/
«Las formas que tuvo el discurso de don Nicanor
A lo largo de su vida, recibió constantes críticas por su rupturista propuesta lírica y visual. Las ácidas palabras, que carecían de inconsistencia para él, pronto comenzaron a desaparecer, luego que se evidenciara el valor estético que entregaba Nicanor Parra.
Este incansable seductor se atrevió a desafiar y enfrentar lo establecido por el arte tradicional hace más de 80 años. Hoy, ese mismo discurso decide quedar huérfano, para hacer inmortal al antipoeta fallecido el martes a los 103 años.
El literario, que mimetizó la estructuración física con las letras y el arte, también logró cautivar al público con sus artefactos que ironizaban la vida y que mostraban la sencillez de su lenguaje.
Esa relación la conoce muy bien Rodrigo Piracés. El escultor, artista conceptual y académico en la UdeC, explicó ese encuentro visual.
«Nicanor Parra desarrolló la visualidad desde la poesía y la física, sus ‘trabajos prácticos’ son un ejemplo de ello. Donde decía que trabajaba con la Teoría de la relatividad restringida, que observa como en objetos inertes, sin energía potencial ni cinética, la energía se acumula, aunque no sea visible», señaló.
«Voy y vuelvo» o «El insecto de Edison» fueron algunas de las frases que acompañaron los objetos creados por Parra.
Estas palabras, que para el espectador pueden ser simples, esconden una complejidad difícil de comprender. Ello debido a esta atmósfera engañosa, que presentó el antipoeta oriundo de San Fabián de Alico.
«Esto hace que aquello que era un objeto inerte explote de sentido, es decir, el cartel es el que libera la energía acumulada en el objeto. Esta estrategia la ocupó en muchos de sus artefactos visuales, entonces aquello que para mucha gente es algo aparentemente irónico en realidad tiene una raíz muy compleja. He ahí la genialidad de Parra», destacó Piracés, profesor del Taller de Aplicación, Escultura en la casa del Campanil.
El hombre que le entregó respeto a la sencillez, será sepultado hoy en su casa en sector Las Cruces con una ceremonia íntima. Con esto se cumplirá una de sus últimas voluntades, descansar observando eternamente el mar.
«UN GENIO»
No fueron muchos los afortunados en compartir la mesa con él y charla de la vida. Sin embargo, Carmen Azócar, directora de la galería «El caballo verde» (1985), fue una de las privilegiadas.
No recuerda una fecha exacta, pero a temprana edad tuvo un vínculo cercano con Parra, tiempo que recuerda con nostalgia y también con cariño. «Conocí a Nicanor Parra desde muy pequeña porque era amigo de mis padres. Él venía a mi casa que estaba en Providencia para reuniones que se hacían ahí», comentó.
La galerista, que se nutrió con figuras como Pablo Neruda, Marta Colvin y Pedro de la Barra, entre otros, lamentó la muerte del poeta, porque era una persona que hablaba desde el corazón.
«Él creaba una relación muy curiosa y dejaba sorprendido a todos (…). Era muy serio, pero a la vez muy divertido y siempre te sorprendía por las cosas que decía», apuntó.
En cuanto a su obra, la directora que lleva a 30 años frente al espacio, explicó que era genial. «Es mucho más que conceptual, sus imágenes son fantásticas debido a la sencillez del lenguaje. Él habla del corazón», resumió.
Por su parte, Rodrigo Piracés, quien inspira su trabajo en los artistas Alexander Calder y Jesús Soto, explicó que sus artefactos tiene una relación con Marcel Duchamp, pero de diferente forma.
«El artefacto visual Parriano se relaciona visualmente con el ‘Ready made’ (arte encontrado) del francés. Sin embargo se proyectan de motivaciones diferentes (…) Parra con sus letreros articula un nuevo sentido, que hace ‘explotar’ en miles de sentidos, generalmente tomando direcciones insospechadas (…) Le otorgó relevancia a lo simple y nos enseñó a ver su profunda complejidad», explicó el escultor de 49 años formado en la Universidad de Chile, y con más de 20 años de carrera. «Lo que hizo fue disolver las disciplinas artísticas, incluso la misma literatura», finalizó.
En largas filas, chilenos se despiden de Nicanor Parra
Una gran cantidad de personas hicieron largas filas ayer frente a la Catedral de Santiago para despedir los restos de Nicanor Parra, creador de la antipoesía y una de las plumas más influyentes de Latinoamérica. Esto, en el masivo velorio abierto a todo el público que quisiera acercarse a brindarle un último adiós al físico y escritor.
Parra falleció el martes, a los 103 años, por causas que aún se desconocen. El abogado de la familia, Luis Ferrada, señaló el mismo día que la única complicación de salud que Parra había experimentado en el último tiempo fue una infección urinaria que lo obligó a ir a la Clínica Alemana la semana pasada.
Luego de su deceso, la Presidenta Michelle Bachelet decretó dos días de duelo nacional.
CONCURRIDO VELORIO
El ataúd con los restos del denominado antipoeta fue trasladado ayer desde su residencia en la comuna de La Reina hasta el centro de la ciudad, a un costado de la plaza de Armas donde se levanta el principal templo católico del país.
Hacia el mediodía, y bajo el intenso calor de enero, centenares de chilenos, incluso, turistas extranjeros, esperaron en una larga fila que rodeaba la Catedral para ingresar a despedir a Parra.
En la mañana estuvo la Presidenta Bachelet y el Presidente electo, Sebastián Piñera, para despedir al poeta nacional, entre otros asistentes.
Parra fue acompañado en la iglesia por sus familiares más cercanos, entre ellos su nieto Cristóbal «Tololo» Ugarte, mientras sonaba la música de su hermana Violeta. El féretro, ubicado en la bajada del altar, fue cubierto con una frazada hecha de coloridos pedazos de género confeccionada hace más de 30 años por su madre, Clara Sandoval, quien se ganaba la vida como modista.
El mismo «Tololo», leyó un par de poemas de su fallecido y reconocido abuelo: «Epitafio» y «Hay una luz». Luego, su hija, Colombina, interpretó en guitarra dos canciones de su tía Violeta.
En 1969, el antipoeta dejó claros sus deseos para cuando la gente tuviera que darle el último adiós. La creación, incluida en su texto «Obra gruesa», se llamó «Últimas instrucciones». En él, Parra explicó sus peticiones respecto a su velorio y posterior funeral.
«Háganme el favor de velarme como es debido, dáse por entendido que en La Reina al aire libre detrás del garage», comienzan las palabras del autor. También solicitó que en su velorio hubiesen «zapatos de fútbol, una bacinica floreada, sus gafas negras y una Biblia».
Su funeral se realizará en Las Cruces.»